viernes, 27 de febrero de 2009

De cómo barrenar las sienes para dejar salir los sesos

Crónica número… ni idea (por descontado XP)

¿Qué traigo de nuevo? Pues nada la verdad. Llevo encerradita en casa desde el viernes pasado (y estamos a viernes otra vez) hasta hoy, y la verdad es que dudo muchísimo que este fin de semana salga a algún lado. Porque sí, efectivamente (y cómo dice una amiga), este año los vampiros me han pillado para no dejarme salir nunca más; es decir, haciéndoos el favor de traducirlo a palabras coloquiales, es que otra vez he pillado una gripe de campeonato, sí sí.

Puedo estar orgullosa -¿orgullosa?- de ostentar una cifra de nueve rollos de papel de lavabo únicamente para sonarme los moquillos, unos cuantos paquetes de kleenex y otro pequeño número de servilletas de papel (todo para la misma función). Una cifra que se dice rápido, digna de estar en la vitrina de los recuerdos.


Bueno, pero no escribo esto sólo para decir que he estado- y sigo estándolo- mala; no, no, escribo esto para regodearme en mi misma y poder darme el gustillo cuando sea anciana y relea todas las tonterías que escribo en la actualidad. Y para muestra de ello, un botón… o medio.


Que al rubio hiperactivo le gustasen los animales no era un secreto que desconociera, y que teniendo en cuenta que aquél era un gato callejero y por ese mismo motivo le produciría más ganas de quedárselo, tampoco era algo nuevo. Más de una y de diez veces el de celestes orbes ya le había insistido en recoger éste o aquél animal. No tenía preferencias por gatos, perros u otras especies, y eso hacía que cada dos por tres intentase llevarse a casa cualquier animal abandonado que se le cruzara en el camino. Estaba seguro que cualquier día aparecía en casa con un puñado de mendigos diciendo que los adoptaba. Por suerte o por desgracia, depende del punto de vista de cada cual, el rubio no vivía sólo, y el de ambarinos ojos era aquél que se ocupaba de refrenar las ánsias –o por lo menos de intentarlo- de adopción y colección de seres vivos.

Lo cierto es que si más no, ya estaba acostumbrado a que el rubio solicitase la adopción de pequeñas “alimañas” –como tendía a llamarlas su compañero de piso- pero pese a ello, su respuesta siempre era automática. El moreno ya no sabía si su estúpido rubio tenía complejo de mamá pato o si simplemente era uno de tantos con el síndrome de Diógenes, pero la paciencia se le estaba acabando.


Y ya, sin nada más que decir, aquí dejo mis respetos por todo aquél/lla que haya sido capaz de leer lo que he escrito sin vomitar al instante XD

Be Nyappy!!

(25-febrero, es decir, hace 1 día, cumple de Urupon ^^ Nyappy B-day!!)